Nos encontramos con esta del titulo con una pregunta capital para todo empresario. Desde hace muchos años, nos llama la atención cómo empresas que no son de uno o dos empleados o que estén empezando -y que pudieran justificarse con ello-, traten de venderse en el mercado como un empresario que va a defender con calidad los intereses de sus clientes y, sin embargo, no priorizan la protección de su propia marca.
La pregunta clave es: ¿cómo pretendes convencerme de que vas a proteger mis intereses cuando no te preocupas de proteger los tuyos propios?
No protegernos a nivel marcario implica que -después de promoción en redes u otra vía, de hacer uso de una web que generalmente potencia las virtudes de nuestra profesionalidad y, en ocasiones y en consecuencia, de un importante desembolso-, no disponemos de exclusiva en el uso de nuestra denominación o el logo con el que aparecemos en el mercado.
Pensemos en un despacho de abogados, por vía de ejemplo, en un estudio de arquitectura o una gestoría laboral o fiscal. ¿Cómo vas a defender mis derechos e intereses ante un Juez, cómo me aseguras la calidad de una construcción, o cómo tendré la seguridad de que las nóminas de mi empresa o mis impuestos se han presentado con la profesionalidad y calidad suficiente, si no te preocupas de que tu propia imagen en el mercado pueda ser perjudicada por un tercero?
Las empresas han de acceder como objetivo capital a la protección marcaria propia
Es una conclusión no jurídica, sino de pura lógica. No tiene sentido que te preocupes por los demás, cuando no lo haces ni por ti mismo, permitiendo a un tercero que pueda depositar tu marca y prohibirte el uso de la denominación o el logo con el que te has estado vendiendo en el mercado durante años.
Cuando se tenga cierta disponibilidad económica se ha de acceder como objetivo capital a la protección marcaria propia; con ello estaremos construyendo el edificio que nos permitirá presentarnos en el mercado con honestidad, solidez y garantía suficientes para quien va a contratar los servicios.
De otra manera: ¿estamos seguros de que no estamos poniendo en entredicho el que nos estemos vendiendo correctamente?
Esa premisa requiere de una reflexión con una solución muy sencilla. Protección marcaria = preocupación por nuestra imagen. Lo contrario…
Autor: Rafael Jiménez Díaz es Socio Director de Fernández-Palacios Abogados